Amanda Saldivia.-
Presentamos la historia de como los carnavales en Altagracia de Orituco evolucionaron afortunadamente, porque entre los años 1945 y 1955 hubo eventos que incluso fueron reseñados por la prensa, dada la magnitud de los abusos cometidos por la muchedumbre que de forma frenética agredía a otros ciudadanos para darles “el bañito con agua” y otras sustancias.
Ese fue el tema del micro El Poder del Conocimiento de esta semana, iniciativa de la empresa Promasorca, para enriquecer los saberes con curiosidades, anécdotas e historias interesantes de nuestra región Orituqueña y del mundo.
Sobre la celebración de los carnavales a mediados del siglo XX, hay al menos tres reseñas contenidas en el libro Veinte años en la vida de un pueblo, remembranzas de Altagracia de Orituco del escritor Oscar Martínez, quien destaca lo que vivió y escuchó en su tierra natal entre los años 1940 -1960, en el cual registra hechos ocurridos, buenos y otros no tanto, sobre el acontecer de este pueblo guariqueño.
Respecto al carnaval, el autor escribió:
“El carnaval se limitaba a la elección de algunas reinas en los colegios, templetes en los barrios, disfraces, desfiles en camiones con reparto de caramelos, serpentinas y papelillos, y los martes juego con agua y otras sustancias: polvo facial y agua de colonia”.
Sin embargo, no siempre se mantenía el orden, el autor relata que la situación se salía de control por parte de minorías y a él le tocó ver y escuchar el insulto que le dio el ingeniero Peralta Rojas a un grupo de adultos y jóvenes en la calle Rondón de Altagracia, porque lo obligaron a detener el vehículo rústico que conducía y sin ninguna consideración lo mojaron y lo peor fue que también le cayó agua a los planos del acueducto que se construiría en esta localidad.
El ingeniero Peralta Rojas los tildó de vagos y con sobrada razón, dice el autor, por malgastar el líquido que escaseaba, además por el tiempo perdido, ya que tuvo que elaborar nuevamente los planos para concretar tan importante obra para esta localidad.
A Oscar Martínez le tocó presenciar otro hecho bochornoso, cuenta que en una oportunidad “una turba encaramada en un camión, casi desnudos, prácticamente asaltaron una vivienda, al trepar por los muros y puertas para mojar a unas damas recién llegadas de Caracas”. La familia no sabía de esta práctica salvaje y dos jovencitas optaron por salir a la puerta para que las mojaran, mientras la madre se encerró a llorar.
El evento más repudiable de ese carnaval con agua, fue en el paso del río Orituco, rumbo a Botalón, cuando en pleno martes de carnaval, estima el autor que eso fue entre los años 1952 – 1953, una muchedumbre detuvo el auto de una familia que se dirigía a Caracas, procedentes del oriente del país y a pesar de suplicar que los dejaran pasar, porque llevaban a un niño enfermo, casi voltean el carro en pleno cauce para obligar a los pasajeros a bajar los vidrios. Escribió que el agredido denunció el hecho en los medios de comunicación social.
La violencia relacionada a la práctica del carnaval con agua afectó por décadas, no solo en Altagracia, sino también en el resto del país, incluso con consecuencias mayores, entre ellas las bombas congeladas y las discusiones que desencadenaban en fallecidos.
Por esa razón, tenemos que celebrar que en torno a este tema se evolucionó para bien en Altagracia y ya tenemos más de 40 años con tradición de carnavales turísticos, gracias a visionarios quienes lograron cambiar la cultura de celebrarlo con agua, para dar paso a carrozas y el realce de la belleza de lindas gracitanas.
@amandasaldivia