Amanda Saldivia.-
Al hombre siempre le ha fascinado la observación de los fenómenos astronómicos. Las fases Luna, distinguir los planetas, apreciar los eclipses y también tener la oportunidad de ver un cometa en el firmamento.
En la actualidad, la atención está volcada hacia el Cometa Verde, nombre con el cual bautizaron a este fenómeno que se comenzó a observar en el hemisferio norte, a inicios de este mes.
El portal de la BBC Mundo, deja claro que aquellos que esperan ver un rayo esmeralda en el cielo, quedaran desilusionados, porque el resplandor apenas está perceptible al ojo humano y en áreas sin luz, se podría ver es una borrosa nube en el firmamento.
Sin embargo, en el año 1941 un cometa pasó más cerca de la tierra y afortunadamente fue observado en todo el mundo, incluido el esplendoroso cielo gracitano. La noticia fue recibida con revuelo, algunos creían que chocaría con la tierra, otros que la cola afectaría nuestro planeta y traería catástrofes insospechadas.
Ese acontecimiento está plasmado en el libro El día en que un cometa chocaría con la Tierra, crónicas de Altagracia de Orituco, escrito por el periodista e historiador Pedro Calzadilla Álvarez. El autor, para esa época, cursaba segundo grado y narra lo que recuerda de las conversaciones que se daban en todos lados, en las pulperías, en las casas y en la escuela, sobre el peligro de ese fenómeno astronómico.
El pánico llegó a tal extremo, que en la escuela Ángel Moreno se instruyó a los maestros para que explicaran que el cometa no afectaría la tierra, porque estaba suficientemente lejos y no había razones para estar asustados.
Las explicaciones de los docentes no fueron suficientes y Calzadilla Álvarez cuenta que a uno de sus compañeros se le ocurrió una idea para salvar el planeta, supuestamente por recomendación de la mamá.
El asustó era que tenían que meter un sapo dentro de una cacerola y al observar el cometa darle duro al envase con una piedra, para que ese ruido hiciese que este no chocara con la tierra.
A eso lo llamaron operación Sapos Golpeados. Por supuesto, hubo reclamos. Los vecinos que vivían en los alrededores de la plaza Bolívar protestaron por el ruido que generaban el grupo de niños, que permanecía ahí, lugar destinado por ellos para llevar adelante la hazaña de proteger el planeta.
Maravillosas historias de Altagracia de Orituco y de como un grupo de niños, en su inocencia, condujo esa operación salvadora.
@amandasaldivia
