Amanda Saldivia.-
La décima primera entrega de Forjadores de Progreso, iniciativa de Promasorca como parte de la celebración del 25 aniversario, está dedicada a distinguir al Dr. César Ramírez, hijo de esta tierra, quien siempre estuvo claro que su vocación era la medicina. Al preguntarle en la escuela que vas a estudiar cuando seas grande, respondía sin duda: yo voy a ser doctor. Casualmente también lo vaticinó la comadrona que atendió el parto el 26 de junio de 1949, quien decía al momento del alumbramiento: puja María Josefa, puja que ese va a ser médico.
Sin embargo, alcanzar esa meta no fue fácil, la prosecución de estudios de bachillerato debía hacerse en Altagracia. Así que al culminar la primaria en su San Rafael natal debía caminar siete kilómetros por la vía de tierra que sale a Botalón para llegar al liceo Ramón Buenahora, ubicado en la calle Bolívar.
Ese recorrido diario lo hacía junto a sus hermanos Marbelia y José Luis, y como el liceo tenía dos turno pasaban el mediodía a las afueras de la institución y otros en casa de compañeros, cuyos padres venía en los hermanos Ramírez la determinación de graduarse de bachilleres.
César Ramírez se distinguía por las excelentes calificaciones, eximía las materias y tuvo el honor, por su promedio, de pronunciar el discurso de graduación de bachiller, donde la madrina fue la profesora Emilia de Zanders, quien figuraba en la plantilla de profesores en el año 1968.
Paralelo a la meta de ser doctor, estaba su amor por la naturaleza. Desde niño le encantaba la pesca, la caza y los paseos por los parajes de la quebrada Tememure y aunque no fue destacado en el deporte, si fundó con otros sanrafaelinos la escuela beisbol Criollitos de Tememure y el equipo de softbol Águilas de San Rafael, al parecer uno de los primeros del género femenino en el país.
Una vez graduado de bachiller con honores, la determinación por la carrera de medicina lo llevó al estado Bolívar. Allí estudió en la Universidad de Oriente, ganó el concurso como preparador de morfología y parte de su formación la hizo en el hospital Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar.
Como estudiante universitario comienza a desarrollar otra faceta, la de líder estudiantil. Esos jóvenes que luchaban por más presupuesto para las universidades y eso le ganó el retraso en la fecha de graduación por diferencias con el rector e incluso que lo enviaran seis meses al estado Amazonas, experiencia que lo fortaleció como médico, porque vio esa otra cara, ese mundo de creencias, de medicina no tradicional, de costumbres y la oportunidad de conversar con los chamanes de las tribus.
Su pasión siempre fue especializarse en cirugía y el posgrado la cursó en la Universidad Central de Venezuela, específicamente en el hospital Dr. José Gregorio Hernández de Caracas. Toda esa experiencia de años en hospitales y posteriormente en su obra concreta para el desarrollo de esta región guariqueña, como lo es el Centro Médico Orituco, lo llevó a ser considerado un médico holísticos, como dicen las personas mayores: eso que saben de todo. Por eso su consulta abarcaba el área de urología, medicina interna, obstetricia, traumatología, neurología, era experto en ultrasonido, en laparoscopia y a veces hasta fue anestesiólogo.
Su partida física en el año 2019 fue de duro impacto para la población, pero queda su obra.
Por haber dedicado más de 40 años al servicio de la población, por ser el jefe de cirugía del hospital Dr. José Francisco Torrealba, donde nunca se jubiló, porque durante su faceta como concejal del municipio Monagas gestionó ambulancia para el hospital, un mayor presupuesto para la salud, la asignación de médicos para los ambulatorios, porque incursionó con éxito también en el área de la producción agropecuaria, por dedicar horas de estudio permanente para seguir ofreciendo atención de calidas, por haber fundado la primera clínica en Guárico que cumplía con los estándares del sistema de salud, el doctor César Ramírez forma parte de Forjadores de Progreso.
@amandasaldivia