Baile tradicional de calle con la Burriquita en los Valles del Orituco es el título de la investigación etnográfica realizada por los docentes Pedro Maurel, Betty Aguilar y Yaury Aviles, integrantes de la fundación cultural Los Ramones, quienes compartieron los datos relevantes a partir de la entrevista a Francisco Ramón Laya Marrero (Mocho Laya), cultor gracitano y uno de los informantes clave.
En la Web de Altagracia compartimos la investigación, gracias a la cortesía de la fundación Los Ramones, empeñados en que se conozca la historia local, sus cultores y como un aporte a las generaciones futuras.
Fundación Cultural Los Ramones
Trabajo… etnográfico, cuyo fenómeno socio-cultural es interpretado a través de una historia de vida del señor Francisco Laya. Francisco Ramón Laya Marrero… es el informante clave para nuestra fuente primaria en la transmisión del conocimiento.
Rafael Laya… es el transmisor de memoria que legítima el relato a través de su trabajo biográfico y su compañía de vida.
José Malavé… es el mediador cultural para facilitar el puente informativo entre los etnógrafos y el acceso a la información.
Pedro Maurel, Betty Aguilar y Yaury Aviles… son los etnógrafos, intérpretes de la cultura y observadores-practicantes del fenómeno geosociocultural en estudio.
Reseña: Baile Tradicional de calle con La Burriquita en los Valles del Orituco. Los autores tenemos un compromiso: Escribir la Historia para dejarla a las generaciones pendientes por llegar y que a su vez sea igual su accionar; emprendamos juntos esta reseña de una Manifestación Cultural que entró desde
Europa por el oriente de nuestra Reina del Sur y que llegó para quedarse. Adentrémonos en el Baile Tradicional de calle con La Burriquita y su presencia en el Municipio José Tadeo Monagas del Estado Guárico, Venezuela. Lo dejaremos ver en tres etapas cronológicamente estructuradas: I La discreción del niño Francisco Ramón; II El entretenimiento de los primeros Carnavales del Orituco y III El regreso de La Burriquita al pueblo.
I Etapa: La discreción del niño Francisco Ramón; Los entrevistos verdores frescos Valles del Orituco, cuyo nombre ya traslada un peso histórico muy remoto por sus “Uritu-Cu”, son, según nuestra valoración, la cuna cultural del Estado Guárico. Sus raíces afrodescendientes lo catapultan como la Región más nutrida para patentizar in situ siete (7) Manifestaciones Culturales (más una en estudio): La Danza de los Negros Kimbánganos, de tres zonas específicas, de Lezama (lado
naciente del sol con relación al Río Orituco); también de San Rafael (lado poniente del sol con relación al Río Orituco) y de la Fila Maestra (zona de la Cordillera Montañosa que divide a Guárico de Miranda); el Baile de la Jinka al ritmo del Cumaco, parido en Tocoragua y arraigado en las Cumbes de Lezama y el Cantón del Orituco (San Rafael); la celebración de Corpus Christi, con el acompañamiento de la Cofradía de Diablos Danzantes de San Rafael de Orituco (Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, año 2012); la Parranda de Negros de Plaza con sus
cantos de Mariselas y Guarañas; y la más reciente como objeto de estudio, el Baile Tradicional de calle con La Burriquita. Tras la elevación de La Burriquita como Patrimonio Cultural de la Nación (Octubre de 2016), nos hemos animado a iniciar esta atrayente investigación y hurgar en las memorias de personas, documentos y fotografías que registran la presencia de la Manifestación desde hace casi siete décadas, con relación a la época en que ha sido escrita esta Reseña Histórica (08 de Octubre del año 2025). Sin duda alguna, el mayor referente para esta búsqueda
de la historia y nuestro informante clave, fuente primaria a través de la oralidad, lúcida además, es quien en adelante será mencionado como el “Mocho Laya”, como debemos llamarlo, según su palabra y su voluntad, cito: “…si me llamas Francisco, no te voy a atender, dime ‘Mocho’ y te atiendo, si no, no te atiendo…” El señor Francisco Ramón Laya Marrero (“Mocho Laya”) nació en Altagracia de Orituco el día 09 de Marzo del año 1942, hijo de Juan Ramón Laya (Gracitano) y Rosa Marrero de Laya (de Aragüita estado Miranda). Se casó con Carmen Teresa Padrón el 12 de Junio de 1969 en la Parroquia Padre Claret de Los Dos Caminos en Caracas y de esa unión nacieron Rafael Antonio (nuestro testigo indirecto y portavoz de la memoria) y también Juan Ramón, quien a la fecha se encuentra fuera de la Entidad Guariqueña, pero se mantiene cerca de esta investigación. Altagracia de Orituco vio crecer al “Mocho Laya” entre el icónico sector de “Peña de Mota”, las riberas del Río Orituco y el agitado sector de La Playera, hasta llegar a los alrededores más recónditos de estas tierras Orituquenses. Mientras laboraba a la edad de los 9 años, el “Mocho Laya”, fue sorprendido por un Trapiche que procesaba caña de azúcar en la Finca “La Quinta” ubicada, aún a la fecha, entre La Playera y Botalón y a pesar de que su miembro superior derecho quedó en ese amargo momento, su vida trascurrió en demasía para dejar sembrado en cada persona que conoció y que conoce, su pintoresca y refranera manera de hablar, de sonreír y de transmitir todo lo bonito de la vida y la alegría de ver el mundo, como él mismo dice “…yo no tengo porque ‘amanecé’ bravo porque a mí nadie me ha hecho nada malo…”, y así, es como ha de llevar consigo la misión en esta causa cultural, que consiste en sembrar
el Baile de La Burriquita y transmitirlo, directa o indirectamente de generación en generación. En su narrativa, tímida y escurridiza, inéditamente, descubrimos que “Mocho Laya” inició a “bailar la Burra” (así se refiere a la manifestación) entre los 13 y los 14 años de edad. Nos cuenta que “en esos tiempos” ya estaba “estudiando cosas buenas” para fabricar y bailar su primera “burra”, cito: “…todavía era un zangaletón, eso hace un poco de años esa broma cuando me le escapaba a mi
papá y a mi mamá, yo le decía que iba a Misa, pero me iba pa’ La Playera, pero a hacer cosas buenas…”. A manera de precisar la fecha de los inicios de la presencia de la Manifestación en el Orituco, se le pregunta a “Mocho Laya”: ¿cuándo usted estaba “zangaletón”, “zangaletón” es así como aquellos “pelaitos” que van allá? (momento preciso en el cual pasaron dos niños en carrera y señalamos), respondiendo rápidamente “Mocho Laya”: “…no, más grande chamo, como de 13
a 14 años ‘porai’ pues, eso es un ‘zangaletón’ para mí…”, acentuó. Esta aseveración, representa un dato que debemos precisar, ya que esta parte de la historia que nunca se había mencionado (acá nos reservamos las razones del informante clave), recoge con mayor precisión el tiempo que tiene arraigada la Manifestación popular del Baile de La Burriquita en el Orituco y que además
contrasta enormemente con los relatos anteriores a esta investigación (documentada audiovisualmente). La intención de los etnógrafos que abordaron este contexto cultural, está enfocada en aportar la mayor cantidad de datos posibles a sus lectores y al mismo tiempo, recrear la cadena de acontecimientos para que nos trasladen a la realidad actual de una manera detallada con los elementos originarios de la elaboración, motivación y ejecución del “Baile de la Burra”, de tal manera que a continuación pormenorizamos la elaboración de la Primera Burra de “Mocho Laya”, cito: “…con cualquiera cosa se ‘jacía’, habían unas cajas ‘demasiao’ fuertes que traían mercancía de Alemania, era un cartón fino (‘fino’ es sinónimo de ‘buena calidad’, para la narrativa contextualizada del territorio y de la época), un cartón grueso, eso costaba pa’ ‘picala’ y de ahí se hacía la cabeza e’ la burra…” en este momento del relato, traemos al contexto, la creatividad que para el momento se vivía en la época y que solamente bastaba con reunirse dos o tres personas,
entre ellos el protagonista “Mocho Laya” y tener las “ganas” para hacer cosas buenas (compartir de saberes y haceres). A continuación “Mocho Laya”, responde a la interrogante abierta que permite descubrir mayores detalles acerca de la confección de “La Burra” originaria: “…se le ponía un aro e´ bicicleta…” (Refiriéndose al rin para los cauchos que usaban las bicicletas, que para la época eran de gran tamaño). Respecto a lo que hoy conocemos como falda o faldón para vestir a Las Burriquitas, nos dijo lo siguiente: “…llegaba el saco de harina, que llegaba la harina e’ trigo, en tela, valía un ‘boliva’, entre ‘toitos’ ‘ajuntabamos’ y la mandábamos a ‘hacé’ y yo me ponía mi franela ‘rayaota’ y un ‘piazo’ e’ gorro to’ ‘ruyío’, pero lo mío era ‘bailá’ la burra…” Hasta este momento, según los materiales usados para la confección de “La Burra” y el contexto histórico de nuestra región en el año 1956, hemos conseguido acercarnos a la autenticidad, en cuanto a la
existencia de la Manifestación en esta línea de tiempo. Pero, sigamos reviviendo en detalle cómo se mostraba para la fecha el “Mocho Laya” con su expresión popular, esta vez respondería acerca del “rabo” que se le colocaba a “La Burra”: “…lo sacábamos de cucuiza…” (refiriéndose a la planta cocuiza, una de las suculentas con hojas largas y fibrosas que abundaban en la zona y de la cual se extraía un hilo fino que se usaba para tejer cuerdas, hamacas y otras prendas artesanales), siguió, “…la asábamos y la tallábamos, alguno la tejía y la pintábamos de negro y le poníamos ‘esa vaina’ (el rabo)…”. Existía una motivación especial para “Mocho Laya” y sus amigos, cuando solían salir a bailar “La Burra” en el Sector de La Playera específicamente, sin negar que pudo haber recorrido otros lugares cercanos, además de dar alegría y diversión a sus espectadores recibían alimentos, frutas y hasta monedas. Él mismo lo dice: “…comía, comía y ajá, uno cargaba un ‘morrial’ (refiriéndose a la marusa o bolso que usaban los campesinos de la época), y le daban a uno, ¡¡toma toma chamo!! unos tres o cuatro panes y venga!!, hasta cambures le metían a uno ahí, eso era pa´ gozá, chico…”, finalizó diciendo en esta parte del relato. Luego de terminada esta jornada de salir a bailar con La Burriquita y ver que estaba la misión cumplida, los amigos se sentaban a orillas del Río Orituco en La Playera a compartir todo lo recolectado. Por cierto, este momento es muy similar al de la Manifestación de la Parranda de Negros de Plaza, expresión popular de calle también propia de nuestras tierras Orituqueñas. En esta primera etapa, “Mocho Laya” nunca mencionó usar clinejas postizas en su cabeza, ni usar maquillaje, ni atuendos o accesorios femeninos y su burra tampoco usó piernas postizas. En cuanto a la música que acompañaba el recorrido de los bailes con “La Burra” de local en local o de casa en casa, nos indicó que en esas caminerías eran acompañados con el cuatro como instrumento musical, y así lo describe: “…con cuatro y ‘cualesquiera’ tocaba eso, mira ahí en La Playera había una cuerda de
animales (refiriéndose a sus amigos acompañantes), ‘boca negra’, ‘el gato’, ‘chigüire’, ‘bachaco, no ‘bachaco’ no se metía mucho ahí, ajá, estaba ‘Juan gallina’, ‘zorro mocho’, ‘toesa’ cuerda e’ bichos, ‘zorro mocho’ era tambor, ‘el gato’ era tambor…”. En cuanto a los lugares más concurridos y visitados, nos dijo: “…estaban los locales de Blas Requena, Lorenzo Berroterán y Agustín Isturis, que ya esos se fueron a cosechar guaracara…” (para recalcar que ya no están en este plano terrenal). De esta manera podemos cerrar la primera etapa de la presencia de la Manifestación del Baile Tradicional de La Burriquita en el Orituco, resaltando que tuvo presencia en el año 1956 y los elementos para su confección y ejecución obedecen a la época y a las inquietudes juveniles de sus practicantes. Mostraremos seguidamente, la versión más conocida hasta ahora, del Baile de La Burra por parte de algunos personajes que se mencionarán, entre ellos estará también el señor
Francisco Ramón Laya Marrero (“Mocho Laya”) como principal exponente.
II Etapa:
El entretenimiento de los primeros Carnavales del Orituco. Durante el primer acercamiento del equipo de investigadores de la Fundación Cultural Los Ramones con nuestro informante clave, “Mocho Laya”, se pudo evidenciar que éste, mantuvo la versión de que sus apariciones con “La Burra” fueron en los Primeros Carnavales Turísticos. Relacionamos esta afirmación del “Mocho Laya” con las reservas personales de compartir sus vivencias durante la niñez y también de lo que fue la relación con sus padres y sus peripecias llenas de travesuras, poco conocidas. La manera en la cual interpretamos que su aparición en esta segunda etapa data cerca del año 1979 está basada, no solo en su relato, sino también en la información respaldada por el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004-2005, Región Los llanos, Estado Guárico, Municipio José Tadeo Monagas, página 43 de la sección tercera La Creación Individual. Sin embargo, en la I etapa expuesta al inicio de esta reseña histórica, de donde se obtuvo Información Privilegiada, sugiere una disparidad importante de fechas, por lo que se aprecia un estancamiento o presencia pasiva de la Manifestación, mientras también se observaba a un personaje llegado desde Calabozo llamado artísticamente el Tarugo de la Caimana, donde “Mocho Laya” expresa: “…yo me inicié en aquel asunto e´ La Burra porque en aquellos años vino un señor que llamaban El Tarugo e’ la caimana de Calabozo a ‘bailá’ La Burra y yo ví aquella cosa, yo estaba todavía ‘pichonón’… y yo me fui metiendo eso en la mente… después de eso, comenzó a ‘bailá’ Domingo ‘el mono’, que fue policía (algunos datos confirman que su nombre era Domingo Hernández, ya fallecido), se cayó el asunto e’ La Burra, se aplacó… ahí salió este ejemplar que parió mi mama, este bonito, expresó el “Mocho Laya” agarrando su mejilla y refiriéndose a él mismo. A partir de esta narrativa por parte del informante clave (información de fuente primaria), podemos deducir que este momento en el que “Mocho Laya” decide saltar a las calles durante este efusivo momento de alegría y fervor colectivo que fueron los primeros carnavales, se consideró el más significativo para él y para los espectadores, propios y extraños de la región, sin embargo, no lo consideramos como el primer momento de interpretación del “Baile de La Burra”, mas sí lo fue, aquel momento donde corría la década de los años 50, descrito en el primer entramado de esta fresca producción cultural. A partir de este momento, “Mocho Laya”, también tomó como favorito para visitar al Sector Chimborazo y mostrar sus vistosas habilidades para interpretar el Baile de la Burra, y nos contó:
“…yo siempre me iba pa’ allá pa’ Chimborazo, lo que era pa’ los tiempos de Navidad, de San Juan…”, algunas evidencias fotográficas lo revelan, así como los amigos de la cultura que siempre lo vieron y disfrutaron de sus ocurrencias. Debemos añadir que además de La Burriquita, “Mocho Laya”, ejecutaba el furruco, cantaba “Negro” e interpretaba a “La Negra” en las parrandas de “Negros de Plaza”, así lo compartió con nosotros. Para regresar a los detalles de los elementos que acompañaron el Baile de La Burra a finales de la década de los 70 y comienzo de los 80, “Mocho Laya”, explicó cómo surgió la elaboración de la Burra que se elaboró en ese
momento y que aún conserva parte de ella al día de hoy (octubre de 2025): “…la cosa que conseguí para hacer la burra fue un bejuco que llaman ‘bejuco de agua’…” de tal manera que el armazón o “miriñaque” (como prefieren llamarle los sesudos de la cultura) que en un principio fue un “aro de bicicleta” evolucionó con un bejuco de agua tejido para darle una forma más amplia y estable a la confección de la burra, asumimos que el ingenio de “Mocho Laya”, se estimuló aún más al observar a otros intérpretes o bailadores que le antecedieron y que al mismo tiempo, ya no era un niño, su público había crecido y se unieron a él artesanos y costureras que apoyaron
su manifestación, dándole así un auge importante y una creciente proyección dentro y fuera de nuestro Municipio, visitando localidades como Calabozo, Guardatinajas y San José de Guaribe. Para la confección de la nueva Burra del “Mocho Laya”, colaboraron, el señor Elías Armas (El brujo Elías) ya fallecido, donde gastaron 70 bolívares para confeccionar la falda que vestiría a “La Burra”, siendo la señora Liris Cario oriunda del caserío “El Tiamo” y arraigada en La Playera, la responsable de aquella obra de arte que daría colorido y esplendor a los movimientos, pasos, vueltas y corcoveos durante los venideros bailes de “Mocho Laya”. Para este momento acotó “Mocho Laya”, “…y me ayudó en aquellos tiempos bastante una señora encargada de eso que llaman Rosa…” cuya descripción coincide con los testimonios de la maestra Rosa Duarte habitante del sector “Camoruco” con la que compartió momentos durante sus múltiples interpretaciones. Por otra parte, para la cabeza de “La Burra” escuchamos atentamente a “Mocho Laya”, que nos dijo: “…y
la cabeza e’ la burra me la hizo el hermano de éste, ‘el güincho’ (señalando a José Malavé, conocido como ‘compai’) hermano de esta ‘tapara e´ melón’ que esta ‘ahi’, ésa es la que yo tengo…” enfatizando que aún conserva la cabeza de “La Burra” que al día de hoy está en sus manos. La persona a la que se refiere “Mocho Laya”, como “el güincho” es Luis Manuel Beroes Malavé, hijo de Manuel Beroes a quien se refiere como “bachaco” en parte de sus relatos y quien fuera su amigo del Sector La Playera, lugar donde pasó todo el tiempo de su infancia, juventud y parte de su adultez. Otro de los atuendos que menciona “Mocho Laya”, es el sombrero y al respecto nos dijo: “…yo tenía un sombrero grande que me regaló ‘mato buchón’ un sombrero mejicano… ese sombrero es el que a mí me gusta ‘pa’ bailá’…”. Seguidamente se le preguntó, ¿qué otro elemento usaba para bailar? A lo que respondió velozmente: “…las patas ‘pa’ corcoviá’… las mías, pa’ bailá…” en este punto del estudio etnográfico seguimos manteniendo que dentro de los elementos originarios presentes en “la Burra” del “Mocho Laya” no existen las piernas postizas
como en la actualidad, lo que sí llegó a utilizar postiza color marrón, fue una barba. Es un buen tema para debatir. En la necrología que refuerza el tipo de música que acompañaba las muestras de expresión popular del baile de La Burriquita en el Orituco se evidencia la preferencia del Joropo Central, asumimos que por su influencia en estos Valles y su rítmica pegajosa al momento de sonar, sin embargo, dicho por el informante clave, “…la música es lo de menos, porque la burra baila lo que le pongan… a menos que sea una campana e’ barro, eso no tiene sonido…”
igualmente apresuró su narrar diciendo: “…consíguete un Mirandino… bueno pa’ corcoviá…”. La cercanía con el sur de Aragua, los límites con Miranda y la presencia de ejecutantes, cantantes y bailadores de esta variante del Joropo hacen que el Baile de La Burra sea acompañado por este ritmo musical, sin menoscabo de otros que son propios de nuestra región, como el tambor del Orituco, las Mariselas o Las Guarañas. Así es como “Mocho Laya” se convierte en un referente pionero para el génesis de la Expresión Popular del Baile de La Burra llevando inconscientemente
a cada rincón, a cada espacio en las calles o en las escuelas su legado cultural. Es válido citar sus palabras respecto a esta aserción al decir en nuestra segunda entrevista: “…salí yo al ruedo a bailar mi burra… ‘cuándo cuelda’ (expresión que significa “sin darse cuenta”) comenzó a ‘salí’ burras por ‘to’as partes’…” Esta razón de ser y hacer del “Mocho Laya” con el Baile de La Burra y las palabras que recién citamos, lo podemos interpretar como una forma de difusión indirecta de la cultura
de un pueblo y da paso para conversar sobre la tercera etapa de su expansión, que no deja de ser importante. III Etapa: El regreso de La Burriquita a las calles del pueblo. Las personas que integran La Fundación Cultural Los Ramones (cuatro de ellos presentes en este trabajo de investigación), se han dedicado a lo largo de sus vidas a la práctica y promoción de las expresiones populares de su tierra, por lo tanto, el Baile Tradicional de La Burriquita no podía ser la excepción, así que
emprendieron la conformación del Movimiento de Burras y Burriquitas del Orituco, reuniendo alrededor de 70 Burras, para el momento con la unión de Agrupaciones de Danzas de la Región como Alpargata, drama y son; Ritmo, arte y tradición; Parranderos de Ezequiel Zamora; Fuerza viva y personas que voluntariamente se incorporaron con sus “Burras”, hicieron posible este distinguido momento de la historia. Los Ramones, han llevado tras el curso de este evento, la recopilación del presente trabajo etnográfico que dejará no solo un precedente escrito, sino también una práctica significativa para reavivar una Manifestación que tuvo 23 años de pausa por parte de uno de sus creadores el “Mocho Laya”, pero que se mantuvo sobre todo en las instituciones Educativas gracias a personas como “La maestra Lola” (ya fallecida), la maestra Mirian Ortuño, La maestra Silene Valero, la señora “Chele” de San Rafael de Orituco, la señora María Carrillo y algunos otros bailadores más recientes que tienen sobre los 10 años bailando como lo es Pablo Gota de Lezama… si no se logra mencionar a algunos otros, excusen al autor y finalmente
Pedro Maurel (hijo de Pedro Maurel y María de Maurel) de Altagracia de Orituco quien se perfila como uno de los defensores del legado junto a un equipo extraordinario: “Los Ramones”. La siguiente nota es válida para mencionar que Pedro Maurel (padre) cruzó un lazo de amistad con “Mocho Laya” en los lados de La Playera, sus vivencias y recuerdos son testigos de que la amistad también se transmite de generación en generación a través de las Manifestaciones Culturales
en los pueblos. Una vez conformado el Movimiento de Burras y Burriquitas del Orituco, el 26 de Septiembre de 2025 con el recibimiento de la bendición de Dios en la celebración de la Eucaristía oficiada por el Párroco Luis Márquez en la Parroquia San José Obrero, se procedió al “bautizo” de las Pollinas, Burriquitas y Burras cada una con su bailador o bailadora, finalizando con su primer baile a las afueras del Templo Parroquial, la Agrupación Del Mismo Pueblo amenizó con su música aquel mágico momento. Luego el 27 de septiembre del 2025, en el marco de las Fiestas
en Honor a San Miguel Arcángel se realizó el I Encuentro de Burriquitas en el Orituco organizado por “Los Ramones”, quedando marcado como un evento sin precedente para reivindicar la labor de “Mocho Laya” y su Burra “Isabelita” como fue bautizada, a sus 83 años, el “Mocho Laya” encabezó el recorrido desde el Estadio Ángel Santiago González hasta llegar a la Plaza Bolívar de esta ciudad, donde junto a más de 120 bailadores provenientes de los estado Miranda, Aragua,
Carabobo y del Municipio Juan German Roscio del Guárico se unieron para formar “La Burrada” al ritmo del Canto de Marisela escrita por Marcos Ochoa (La Burra que baila negro) e interpretada por la Agrupación musical Del Mismo Pueblo (legado de José Reyes). La actividad tuvo un gran impacto comunicacional, dieron cobertura al bullicioso momento, tanto medios nacionales como locales de renombre, por ejemplo, los manejados exitosamente por la afamada y prestigiosa Periodista Amanda Saldivia que transmitió en vivo el colorido fragmento cultural siendo
responsable de mostrar al mundo lo mejor de nuestro pueblo, avivando nuestro gentilicio. Muchos amigos de la cultura lo disfrutaron, acá haré un -inciso- ¡¡Claro, que también se colearon los zorros y camaleones!!. Por otra parte y más allá de las expectativas de este Encuentro de Burras y Burriquitas se contó con la honorable presencia de importantes bailadores de Burras de Venezuela con renombres como: María Borges “La Burra mayor de Petare”, José Quiroz de Santa Teresa, Las Princesas de Venezuela (Guarenas), Thais Trejo y su Burra parrandera de Girardot, Nubia Graterol con La Burra de San Joaquin, Miguel Luna con su Burra Morelba, ambos últimos de Turmero, Pablo Herrera de Puerto Cabello, también asistieron Las Burras Indígenas de Guarenas y para mayor honra, nos acompañó la generación del legado que dejó el Burrero Mayor de Venezuela el Maestro Elpidio Boullon (quien recientemente ascendió a un plano diferente al terrenal), su hija Julieta Boullon encabezó la delegación de San Casimiro y por el patio Guariqueño, el Movimiento de Burras y Burriquitas San Juan del Municipio Juan German Roscio escribieron su línea en esta historia con su nutrida representación. Realmente, Altagracia de
Orituco, se convirtió en la Capital Cultural de Venezuela y de esta manera podemos cerrar esta tercera etapa de la Manifestación popular del Baile de La Burriquita en Los Valles del Orituco. Ahora bien, ya preparando el final de este andar histórico citaremos a Rafael Antonio Laya Padrón (hijo mayor de “Mocho Laya”) cuando expresó en una de las producciones biográficas acerca de su padre, un homenaje para el “Mocho Laya” que siga recorriendo “…calles de bambú, esquinas de historia y corazones de pueblo…” y parafraseándolo diríamos que “Mocho Laya” seguirá
danzando sin su brazo, pero con el alma, el corazón y el brío pintoresco que le caracteriza…” somos sus herederos y así lo haremos de generación en generación.
Esta reseña es útil a quien le pueda interesar.
Redactó… Pedro Enrique Maurel Velásquez.
En… Altagracia de Orituco el 08 de Octubre del 2025.