Amanda Saldivia.-
La envidia y como ese sentimiento llevó a Lucifer a rebelarse ante Dios y ser vencido por San Miguel, fue parte de la homilía de Monseñor Ricardo Barreto, obispo de la Diócesis de Valle de la Pascua, al presidir la Santa Misa de este domingo 29 de septiembre, cuando se celebra en Altagracia de Orituco la festividad de este arcángel, conocido como el Príncipe de las Milicias Celestiales.
“De repente ese arcángel sintió envidia de Dios, Dios es más perfecto que yo, y cuando estoy junto a Dios…no se nota mi perfección, mi excelencia, Dios me hace sombra, y a partir de allí, dice la tradición, por envidia, ese arcángel se negó en adelante a servir a Dios y se declaró rebelde contra Dios, contrario a Dios, y decidió que su destino eterno sería combatir a Dios y esa decisión lo llevó a pasar de ser un arcángel, repito igual que Miguel, a convertirse en el demonio, en el diablo y en adelante, por esa envidia, su obra, su destino, es apartar toda la creación de Dios”, expresó Monseñor Barreto.
Ese relato lo comparó con el quehacer de los seres humanos en los distintos ámbitos y como la envidia unida al sectarismo lleva a no ver el bien que está haciendo el otro, y que se “queda en esa actitud tan triste, tan mezquina, de preferir que no se haga el bien, con tal de que ese bien que hace otro, no me eche sombra y no deje que yo sobresalga, porque ese es el problema del envidioso”.
Por otra parte, Monseñor Ricardo Barreto, aprovechó que el templo estaba a su máxima capacidad, con feligreses a las afueras y la fe en torno a San Miguel, para reconocer la labor del padre Cruz Mujica, para quien pidió un fuerte aplauso por los años dedicados a la parroquia Nuestra Señora de Altagracia y la dicha de considerarlo una “Institución”, término que utilizó para destacarlo.
Igualmente, agradeció la presencia de alcalde Pedro Solórzano y familia, a los representantes de las distintas instituciones del Orituco, a los sacerdotes del arciprestazgo Madre Candelaria de San José, a los feligreses y a todos aquellos que hicieron posible una celebración eucarística tan cargada de emotividad y fe.
@amandasaldivia