Amanda Saldivia.-
La principal riqueza de Altagracia de Orituco está en el plano espiritual. Es sin duda la fe que profesaba Susana Paz Castillo, quien repetía “solo la fe puede y hace que pensemos tan alto”. Susana, nació el 11 de agosto de 1863 y sin proponérselo es referencia en el siglo XXI, por haber tenido la fe y la determinación para emprender una obra al servicio de Dios, la cual la llevó a ser elevada a los altares, el 27 de abril de 2008.
Cuando estalló en Venezuela la Revolución Libertadora en diciembre de 1901, en Altagracia quedaron soldados heridos y ella se distinguió porque los ayudaba, así como lo había hecho desde adolescente con las personas que necesitaban de sus servicios o del consuelo de quien ya era mencionada como una dama que nació para el servicio de Dios.
Por eso, a la llegada del padre Sixto Sosa en 1903, y acordarse la creación del hospital San Antonio para atender la crítica situación creada con los enfermos y heridos abandonados, inmediatamente reconoce a Susana Paz Castillo como la mujer con el espíritu de servicio y abnegación que pudiera estar al frente de tan noble causa.
El hospital abrió el primero de agosto de 1903 y enseguida estaba llena la casa del Cerro Lucena y Susana, junto a otras damas, salían a pedir con cesta en mano, puerta por puerta para procurarles sustento.
A los pocos días de fundarse el hospital San Antonio, Susana Paz Castillo cumplió 40 años y a partir de ese momento los pobladores de esta tierra comenzaron a llamarla hermanita, por la labor que hacía juntos a sus compañeras, quienes también querían ingresar a la vida religiosa, a la cual las fue preparando el padre Sixto Sosa, con la autorización de Monseñor Felipe Neri Sendrea.
El 13 de septiembre de 1906, el padre Sixto Sosa autorizó que vistieran con el hábito y Susana Paz Castillo escogió el nombre de Candelaria, por su devoción a la advocación de la Virgen, cuya imagen era el legado de su familia y en memoria de su abuela paterna Doña Candelaria Pérez y Bolívar.
La labor de la Madre Candelaria se extendió más allá de Altagracia. Estuvo en Ciudad Bolívar, Upata, Margarita, Cumaná, Barcelona, La Guaira, Caracas, siempre en labores vinculadas a la fundación de hospitales, colegios, geriátricos y con el firme propósito de fundar una congregación propia, de lo que ya se conocía como Hermanitas de los Pobres, para luego dar paso a la Hermanas Carmelitas de la Madre Candelaria.
@amandasaldivia
