Amanda Saldivia.-
Cada vez que hay lluvias copiosas y sobre todo si son en la noche, es común que recordemos la extraordinaria pieza del escritor Alberto Arvelo Torrealba, en la cual se escenifica el contrapunteo entre Florentino y El Diablo, que no es otra cosa que la lucha del bien contra el mal.
En la narración inicial, la misma obra te invita a que la recuerdes en noche de lluvias, típicas de nuestro llano. En el portal Aleteisa.org resaltan que ese “emblemático poema, escrito por Alberto Arvelo Torrealba en 1940 y corregido y ampliado por el mismo autor durante siete años, es considerado uno de los grandes momentos líricos del pueblo venezolano.
La historia transcurre durante una noche oscura en la cual se da el duelo a versos entre Florentino y El Diablo. Florentino es un domador y experto jinete, coplero y coleador, llamado el catire quitapesares.
La escena es el campo de Santa Inés de Barinas, donde cabalgaba Florentino y notó que un jinete lo seguía. Ese personaje vestía de negro y montaba un caballo de ese mismo color. Al llegar a la fiesta, reta a Florentino a duelo, a un contrapunteo.
Resalta el portal, que Jorge Gómez Giménez, editor de un importante trabajo sobre «Florentino y el Diablo», expresó que lo magistral de la obra está en que “No se ofenden ni hay violencia. Solo la creatividad y destreza musical en una de las mejores y más complejas muestras de expresión folclórica nacional”.
El contrapunteo es símbolo del llano venezolano, es muestra de la destreza, rapidez y memoria de los copleros que la cultivan para enaltecer la inmensidad de esta tierra. El duelo a versos entre Florentino y El Diablo se prolonga hasta la madrugada, cuando el catire quitapesares echó mano a la fe, a las tres divinas personas y logró derrotar al diablo.
La obra Florentino y el Diablo tiene más de 35 versiones populares y ha sido representada en diferentes obras teatrales, adaptaciones del cine y la televisión, es una de las obras representativas de nuestra Venezuela.
@amandasaldivia