Encuentro entre la Madre Candelaria y el Dr. José Gregorio Hernández

Encuentro entre la Madre Candelaria y el Dr. José Gregorio Hernández

Amanda Saldivia.-

Hoy, es una fecha importante en la efeméride nacional. Se conmemora el natalicio del Dr. José Gregorio Hernández, quien nació en Isnotú, estado Trujillo, el 26 de octubre de 1864. Su obra es de reconocimiento mundial, porque se destacó como médico, científico, profesor y por la entrega al servicio de los más necesitados. Despertó la fe y esos milagros lo elevaron a los altares como Beato, rumbo a la Santidad.

Por ser día de su natalicio, es oportuno resaltar que entre el Beato Dr. José Gregorio Hernández y la Beata Madre Candelaria de San José hubo una conexión antes de que les atribuyeran milagros. Esa historia la contó el padre Oscar Briceño de la parroquia San José de Guaribe, acompañada con la ilustración de Paola Rodríguez, habitante de ese pueblo guariqueño.

Compartimos el texto completo:

Va transcurriendo la tarde, en el tiempo queda marcada la histórica fecha: domingo 29 de junio de 1919. Una emergencia llega al hospital Vargas, aumenta la tensión, todos parecen conocer la víctima del accidente, se escucha el grito de una enfermera: «es el Dr. Hernández.»

Se abren las puertas, un interno corre a prestar apoyo, la oscura y beata sangre va dejando huellas en el camino; no hay médico en todo el edificio, curiosamente no hay quien atienda al insigne doctor que entregó su vida al servicio de la ciencia, su rostro va perdiendo el color mientras los pasos acelerados del involuntario homicida salen en busca del Dr. Razetti.

Corren los rumores, la capital está alerta, pasan los minutos y hace su entrada aquel colega, que con voz quebrada y temple de guerrero confirma que el ingresado, con fractura en la base del cráneo, como ofrenda que pone fin a la gran guerra, oficialmente ¡ha fallecido!

El cielo oscurecido va encendiendo la luz de las estrellas, llenando los pasillos de pobres agradecidos. Razetti sorprendido, sigue al lado de su amigo, mientras una prodiga religiosa que era asistida en aquel sitio, con sus calzados hábitos, marrón de Carmelitas, piadosa y recia imploraba el eterno descanso del reconocido humanista.

Lo veo claramente, con vela en mano encendida, rayos de luz desborda aquella escena, dónde en una misma habitación, sin saberlo, se encontraron dos aureolas de inconfundible caridad venezolana, pues nunca estuvo tan unido el llano con la montaña, el Guárico con Trujillo, y la ciencia con la fe intactas.

Ilustración Paola Rodríguez

Texto del padre Oscar Briceño tomado del portal de la CEV

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